Estos días se está generando un debate en torno al ingreso
mínimo vital, medida que el gobierno de coalición PSOE + UP piensa sacar
adelante. La cual ha provocado un gran revuelo y ha sacado del armario
viejas argumentaciones alarmistas y desproporcionadas por parte de las derechas
y otras sumamente triunfalistas por parte de las izquierdas:
Primero
habría que definir qué es el ingreso mínimo vital, en-sí no es más que un
mecanismo económico para dar liquidez a quien no tiene ingresos declarados o
tiene muy pocos. En el caso español se trataría de personas que ingresan una
cantidad inferior a doscientos euros mensuales en el caso de ser para una
persona y de cuatrocientos cincuenta siendo dos.
Respecto al
montante a abonar, de momento se hipotetiza con una cantidad que ronda los
quinientos el más bajo y a partir de ahí complementos en función de personas en
el hogar e hijos a Cargo.[1]
Para
entender cómo podría funcionar pongamos como ejemplo de lo que podría ser este
Ingreso mínimo vital el salario social asturiano. La cantidad a abonar son
448.28[ii]€. Para poder acceder a él las personas demandantes tienen que cumplir una serie
de requisitos[iii]. Una
vez analizado el caso y aprobado, se procedería a realizar el
ingreso.
Algunas
cuestiones que conviene aclarar respecto a este salario social. No lo percibe
una persona, sino una unidad
económica de convivencia (UEC), es decir, quienes cohabitan en la vivienda, y
no, no pueden percibirla los distintos miembros, sólo uno por UEC. Aclarado
este punto cabe destacar otro más acerca de la intervención, pues en Asturias
una vez solicitado y adjudicado este Salario Social se suscribe al Programa
personalizado de incorporación social (PPIS) a la persona. Esto se hace para
evitar el asistencialismo de la prestación económica.
A simple vista parece óptimo, pero la
realidad es mas tozuda e imperfecta y las buenas ideas son irrealizables si no
se dotan de personal y fondos. De esta forma la norma acaba siendo la falta de
personal de intervención (de educadores sociales, psicólogos, trabajadores
sociales, técnicos en integración social, etc.) y esto mismo genera que la
medida sea meramente asistencialista. Y convirtiendo en muchos casos al
personal en meros gestores de ayudas saturados, y los PPIS acaben siendo más un
papel que una realidad. De esa saturación viene otro problema más, el
tiempo de espera. Para recibir el salario social el plazo entre el inicio de la
solicitud, la aceptación y el ingreso termina siendo de media de seis meses.
Una vez visto
este ejemplo podéis ver como por sí sola esta no deja de ser
una medida asistencialista que podría tomar cualquier tipo de gobierno ante una
situación de desamparo de una parte de la población o ante una tesitura de
crisis (como por ejemplo en la que nos encontramos).
Ahora bien, hay que tener
en cuenta que estas medidas siempre deben ir aparejadas de una parte social dado
que la mayoría de las personas que se “benefician” de este tipo de ayudas
tienen otras problemáticas a parte de las económicas. Esto quiere decir que
necesitarían de una intervención específica de los Servicios Sociales
correspondientes. Dicha intervención debería estar encaminada a la regulación
emocional y la independencia económica, básicamente ser capaz de valerte por ti
mismo. Y es aquí donde radica uno de los grandes fallos a la hora de tomar este
tipo de políticas, no porque no tengan esa parte de intervención sino que en
algunos casos está mal planteada y en la mayoría porque no tiene fondos para
llevarse a cabo.
Precisamente al convertir este tipo de medidas en algo meramente asistencial el ingreso mínimo vital puede ocasionar problemáticas provenientes de esta medida y es que en vez de conseguir que las personas sean independientes se generan personas con una dependencia crónica del sistema de ayudas. Lógicamente la opción no es quitar las ayudas, porque entonces estaríamos condenándolas a la delincuencia o en el peor de los casos a la muerte porque lo problemas no desaparecen, siguen ahí. Además en el estado de alarma actual ¿qué hará alguien que no tiene que llevar a la boca y tiene que alimentar a su familia? Pues salir a intentar ganarse la vida y dar de comer a su familia.
Las derechas españolas (por suerte no todas como por ejemplo
Luis de Guindos) han salido en tropel con aseveraciones realmente
catastrofistas, de odio y confrontación y con unas argumentaciones torticeras. Un
ejemplo claro de ello es el artículo de opinión que salió en vozpopuli de [iv] donde por decir no dice nada
absolutamente, nada al menos que tenga que ver con el ingreso mínimo vital o
algún tipo de soluciones que aportar a los miles de españoles que tienen esta
problemática. A lo que se ha dedicado es a “despotricar” contra el gobierno,
eso sí, sin sentido ni rigor alguno.
Otro de los argumentos escuchados es: “Así nunca van a
trabajar” Esta falacia lo que ignora es que lo que igual no quiere la gente es
cobrar un salario de miseria y sin asegurar la mayoría de las horas que
trabaja, realidad que se sigue dando en muchos casos, sobre todo en el sector
turístico y de restauración.
Hay una realidad inapelable y es que la precariedad laboral
lleva asociada irremediablemente el uso de los servicios sociales y la
necesidad de este tipo de ayudas u otras. Siendo las personas perceptoras de
este tipo de medidas parte de las mas vulnerables ante situaciones de
explotación laboral.
Así mismo se hizo una campaña en twitter con el hashtag
#DamePaguita. Porque es sabido que todo el mundo puede pagar comida, luz, agua,
gas, alquiler o hipoteca, ropa, telefonía, etc con quinientos euros al mes. La
verdad es que nadie o casi nadie puede tener una vida digna con este tipo de
ingresos. Es curioso que las derechas nunca saquen algo similar con la
explotación laboral o con el respeto a las condiciones de trabajo dignas.
En todo caso ahora mismo se trataría de una ayuda de
subsistencia. Como ya se dijo arriba, la alternativa nunca puede ser dejar sin
amparo a nadie, porque sería peor el remedio que la enfermedad.
Ahora bien, no se debe caer en el triunfalismo ni pensar que
esta será una efeméride, pues los servicios sociales seguirán estando
colapsados, seguirán funcionando de forma asistencialista si no se le pone
remedio y seguirán teniendo titulaciones sin reconocer, en Asturias y algunas
otras CCAA por ejemplo siguen existiendo estudios que no tienen categoría
laboral alguna, como es el caso de los educadores sociales y los técnicos
superiores en integración social entre otros y eso generan que todo lo
invertido en la formación de ese personal y lo que puede aportar sea tirado a
la basura. Estos son algunos de los problemas que tienen los servicios sociales
actualmente, pero ese es otro debate.
En conclusión este ingreso mínimo vital no es ni una medida
castro-chavista, ni una panacea. A corto plazo es un paliativo para una situación
de necesidad en un estado de pandemia mundial y que puede servir de ayuda a
muchos hogares que les urge. A largo plazo no debería ser considerado nada más
que una pata (transitoria) hasta la búsqueda de la autonomía de la persona, lo
cual no podrá lograrse sino se inicia un proceso de profesionalización y
reorganización de los servicios sociales, pues mientras sigamos teniendo un
sistema atomizado y colapsado de servicios sociales, el asistencialismo al
igual que Thanos, será inevitable.
Foto: Manos de pan de Picasso hecha por Robert Doisneau.
[1] https://www.lasexta.com/noticias/nacional/ingreso-minimo-vital-que-es-y-quien-se-beneficiara-de-esta-ayuda-a-partir-de-mayo_202004165e98676eea9fed0001c14ff3.html
[iii] Idem
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