miércoles, 14 de septiembre de 2016

Viajar

“Viajar: Trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante, por cualquier medio de locomoción.”
 -RAE-

Una definición estancada en un solo movimiento de coordenadas que nos deja sin lo fundamental del viaje, el lugar.

Cuando viajamos no sólo miramos, no sólo observamos. Cuando viajamos debemos respirar el aire del lugar e imbuirnos en su ambiente.

Viajar, curiosa palabra que como tantas otras muere poquito a poco de soledad, los instantes únicos dejan paso a las captaciones múltiples que entroncan con la “radiofonía” de las mismas a todo nuestro mundo virtual.

Decimos viajar cuando realmente hablamos de visitar. Cada día que pasa, las instantáneas se abren camino y los instantes pierden eficacia.

Cada día hay menos suelas que gastar, menos caminos que recorrer y como si de un ferrocarril se tratara, pareciera que sólo hay un único camino.

Pero viajar, puede no ser necesariamente a un lugar, sino viajar durante un periodo de tiempo a una realidad diferente, vivir en una cotidianidad “alterada”; “diferente” o como la queramos nombrar. El caso es que la irrupción de esta "rutina" tiene dos finales posibles.

El primer final tiene un punto de inicio y de termino. No debemos olvidar que hay historias/vivencias/días/noches que aún terminando, marcan un antes y un después.

El segundo final es el inicio de un nuevo día a día, es cuando la cotidianidad “alterada” pierde su calificativo para ser parte del diario constante de nuestra vida.

Hay veces que podemos escoger si queremos ser viajantes eternos y migrar de historia en lugar y de lugar en historia con el petate lleno de ideas y música de diferentes partes... por contra, hay otras en las que no podemos escoger, y sin nosotros ser parte activa nos afecta directamente y se nos impone una realidad nueva, un viaje que hacer sin querer nosotros viajar, sin petate y con un nudo de incertidumbres por resolver…


Menos mal que siempre nos quedará el mar.