martes, 17 de enero de 2017

Alzhéimer

Despierto un día más sobre las sábanas mientras entra la luz sorda por la ventana. El mundo gira sin demora y pienso que si me voy el engranaje seguirá su curso. ¿Cuánta gente pensará igual? Tal vez podría ser una pregunta recurrente en las mañanas, pero ni siquiera me acuerdo de ayer. ¿Qué sentirá el resto del mundo? ¿Habrá alguien que haya dejado de sentir?
Cojo mi bolígrafo mientras me sitúo en la mesita y comienzo a escribir:

La convencionalidad: Es uno de los mayores mitos sobre los que se asienta la realidad. Pero no en un sentido abstracto, sino en un sentido pragmático. ¿Qué es un convencionalismo? Se trata de esa serie de actuaciones reiterativas que se dan bajo un cúmulo de circunstancias y que si no se cumplen supondrá un descrédito social.

Te pueden acusar de: Ser un maleducado, sin empatía, o carente de sentimientos.

¿Ejemplos?
Entrar en un Hogar, institución, museo, centro religioso, monumento, etc. Sin quitar tu sombrero; decir buenos días cuando se entra a un lugar; apenarte bajo una defunción y un largo etcétera.

-Me niego categóricamente-

¿Acaso mi sombrero molesta?; he de saludar a alguien que no sea agradable para mí; debo mostrar respeto por una persona que ha perpetrado mil marrullerías por el simple hecho de morir. ¿La muerte nos iguala a todos? Lo único que iguala es la podredumbre que nos llega.
Misas, beatificaciones y silencios para quienes en cámara salen en la actualidad o aquellos relatores de la historia decidan incluir, pues al fin y al cabo si no se sabe escribir ¿Cómo hacerlo? Tirando del dicho: “Una de cal y otra de arena” para los retazos de recuerdos en las páginas y brillantina de memoria para los focos.

Por un momento posé mi bolígrafo con el cual descargo mi cruzada contra los convencionalismos y me limito a observar.
Hacía tiempo que vivía solo y realmente aparte de la apetencia por escribir y leer poco más me quedaba, ¿Sentir?
A veces reflexionaba sobre esa palabra tan manida por el tiempo, el uso y la vida. Cuando se consultaba a alguien sobre una problemática te decían “Déjate llevar por lo que sientes” otros en cambio “Piensa con la cabeza, no te dejes llevar por los sentimientos”
Sentir y razón ¿son antónimos irreconciliables?, esa era una duda pero la que más pasaba por mi cabeza era  ¿Qué pasa cuando no sientes?
Cuando simplemente hay ausencia, ¿acaso es vacío?  Se habrá terminado mi depósito y no habrá más emoción. 

Hay veces que intento repetir acciones del pasado para poder volver a sentir… Al cabo de un tiempo me doy cuenta que no es igual. A veces intento recordar pero ya no queda recuerdo… ¿Habrá alguien igual en algún lugar?

Imagen: Los relojes de Dalí



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