Despierto un día más sobre las sábanas
mientras entra la luz sorda por la ventana. El mundo gira sin demora y pienso
que si me voy el engranaje seguirá su curso. ¿Cuánta gente pensará igual? Tal
vez podría ser una pregunta recurrente en las mañanas, pero ni siquiera me
acuerdo de ayer. ¿Qué sentirá el resto del mundo? ¿Habrá alguien que haya
dejado de sentir?
Cojo mi bolígrafo mientras me sitúo en
la mesita y comienzo a escribir:
La convencionalidad: Es uno de los
mayores mitos sobre los que se asienta la realidad. Pero no en un sentido
abstracto, sino en un sentido pragmático. ¿Qué es un convencionalismo? Se trata
de esa serie de actuaciones reiterativas que se dan bajo un cúmulo de
circunstancias y que si no se cumplen supondrá un descrédito social.
Te pueden acusar de: Ser un maleducado,
sin empatía, o carente de sentimientos.
¿Ejemplos?
Entrar en un Hogar, institución, museo,
centro religioso, monumento, etc. Sin quitar tu sombrero; decir buenos días
cuando se entra a un lugar; apenarte bajo una defunción y un largo etcétera.
-Me niego categóricamente-
¿Acaso mi sombrero molesta?; he de
saludar a alguien que no sea agradable para mí; debo mostrar respeto por una
persona que ha perpetrado mil marrullerías por el simple hecho de morir. ¿La
muerte nos iguala a todos? Lo único que iguala es la podredumbre que nos llega.
Misas, beatificaciones y silencios para
quienes en cámara salen en la actualidad o aquellos relatores de la historia
decidan incluir, pues al fin y al cabo si no se sabe escribir ¿Cómo hacerlo?
Tirando del dicho: “Una de cal y otra de arena” para los retazos de recuerdos
en las páginas y brillantina de memoria para los focos.
Por un momento posé mi bolígrafo con el
cual descargo mi cruzada contra los convencionalismos y me limito a observar.
Hacía tiempo que vivía solo y realmente
aparte de la apetencia por escribir y leer poco más me quedaba, ¿Sentir?
A veces reflexionaba sobre esa palabra
tan manida por el tiempo, el uso y la vida. Cuando se consultaba a alguien
sobre una problemática te decían “Déjate llevar por lo que sientes” otros en
cambio “Piensa con la cabeza, no te dejes llevar por los sentimientos”
Sentir y razón ¿son antónimos
irreconciliables?, esa era una duda pero la que más pasaba por mi cabeza era
¿Qué pasa cuando no sientes?
Cuando simplemente hay ausencia, ¿acaso
es vacío? Se habrá terminado mi depósito y no habrá más emoción.
Hay veces que intento repetir acciones
del pasado para poder volver a sentir… Al cabo de un tiempo me doy cuenta que
no es igual. A veces intento recordar pero ya no queda recuerdo… ¿Habrá alguien
igual en algún lugar?
Imagen: Los relojes de Dalí
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